Entre las figuras históricas más fascinantes y enigmáticas, se encuentra Cristóbal Colón, un navegante y explorador italiano, conocido por haber llegado a América en 1492, bajo la bandera de España. Aunque no fue el primer europeo en llegar a América, su viaje fue crucial para la expansión de la civilización europea y la colonización del continente americano. 1a4b2o
Uno de los grandes misterios de los viajes colombinos es si existieron mapas que facilitaron su aventura. En el siglo XV, un mapa era considerado como un secreto de Estado, es decir, un tesoro geográfico de valor incalculable.
En aquel tiempo, los mapamundis situaban erróneamente Asia muy próxima a Europa, basándose en cálculos astronómicos y no en experiencias de navegación real. De esta manera, se empezaba a hablar de que, a mitad del océano, existía una isla que llamaron Antilla. Así estaba en el Atlas de Andrea Bianco de 1448 y en el mapa de Paolo Toscanelli de 1468 que pudo haber consultado Colón.
Según indica la leyenda, existió un misterioso mapa de Dulmo, donde se localizaba un nuevo territorio al oeste de Europa, más allá del océano, y que habría sido conocido por Colón antes de su famoso viaje de descubrimiento. Se trata de una de esas noticias fascinantes -y posiblemente apócrifas- que envuelven a ciertos personajes históricos, cuya fama a menudo se debe más a las historias que se cuentan sobre ellos que a sus hechos reales.
El profesor Porro Gutiérrez cuenta que, en 1484, un tal Cristóbal Colón -entonces un completo desconocido- se presentó ante el rey de Portugal, Juan II, para ofrecerle un audaz proyecto: alcanzar Oriente navegando hacia Occidente. No obstante, el monarca, desconfiado, descartó la propuesta tras escuchar a sus consejeros, que consideraban que la idea era completamente inviable.
Aunque el rey Juan II, considerado uno de los monarcas más inteligentes, rechazó inicialmente a Colón, le quedaron dudas. Dos años después, permitió a Fernão Dulmo organizar una expedición hacia Occidente, aunque debía financiarla él mismo porque los recursos reales estaban comprometidos en África.
De ese contexto surgieron varios mapas que situaban la isla de Antilla, aunque no está claro si se basaban en datos reales o eran en parte inventados.
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El supuesto mapa de Dulmo, que nadie ha visto, refuerza la idea de que Cristobal Colón sabía de tierras desconocidas, ricas en especias, perlas, oro y plata. Esta visión se basaría en mapas antiguos como el de Toscanelli (1397), que Colón conocía y en los que erró al calcular distancias. En las Capitulaciones de Santa Fe, Colón menciona perlas, lo que sugiere que tenía alguna información previa.