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Opinión

Con el fallo de la Corte, ¿el peronismo se ordena o se desordena mucho más? 366f24

Desde el PJ hablan de "persecución política" y de "proscripción" pero saben que de uno u otro modo ahora arranca una nueva etapa. Corrida del escenario electoral, sin un sucesor claro y sin chances de volver a ocupar un lugar en una eventual carrera electoral 66636

Aunque nadie lo ite explícitamente, todas las partes entienden que después de la decisión de la Corte que deja a Cristina presa y fuera del juego electoral, arranca un nuevo capítulo en la vida del Partido Justicialista.

Hablan de "persecución política", de "proscripción", y aseguran que esto es parte de una lógica política errada que tiene que ver con la irracionalidad de oponerse férreamente a algo o a alguien y daña al sistema, pero saben que de uno u otro modo ahora arranca una nueva etapa. 

Cristina corrida del escenario electoral, sin un sucesor aparente como parte de su mismo espacio: los que hasta ahora se veían a sí mismos sin chance de ocupar un lugar en una eventual carrera con una Cristina empoderada, ahora empezarán a mirarse diferente, y evaluarán si el gobernador Kicillof es el camino o de acá al 2027 alguno de los viejos caudillos del espacio puede verse fortalecido.

Todos se encolumnaron detrás de las frases de ocasión, conmovidos por estar frente a lo que hoy acapara las miradas del mundo. Una expresidenta elegida dos veces, vicepresidenta en una oportunidad y hoy presidenta de un partido: detenida. Por segunda vez sucede con una exmandataria en la historia argentina. Cristina ya sea por su encanto o el rechazo que provoca o simplemente por ser una líder política indiscutida, logra una centralidad que muchos le envidian.

Reacciones dispares en una sociedad que se mueve al calor de una batalla cultural: la grieta, la motosierra, el ajuste, el topo del Estado, el Estado eficiente, el que las hace las paga.

Una señora de clase media acomodada de la zona norte del Conurbano le dice a sus hijos: "Por suerte tengo una botella de champagne frío en la heladera, y la pienso descorchar esta noche". Uno de ellos le responde con alivio que "hay justicia y casi no hay inflación."

Mientras tanto en los alrededores del Instituto Patria y la sede del PJ donde Cristina se enteró de la condena también se escuchan los gritos de "lawfare" y "proscripción". Abucheos contra el Presidente Milei y contra quienes la expresidenta calificó de "triunvirato de impresentables" y de "monigotes", los tres de la Corte.

Desde el exterior, el Jefe de Estado no tardó en reaccionar. Se encuentra en Israel donde se reunió con el premier Benjamín Netanyahu. En su cuenta de X publicó: "Justicia. Fin. La República funciona y todos los periodistas corruptos, cómplices de mentirosos, han quedado expuestos en sus operetas sobre el supuesto pacto de impunidad."

Otra vez contra los periodistas, pero esta vez ni siquiera importa ese análisis. La realidad es que en la Rosada evalúan de manera positiva el momento en el que llega la confirmación de la condena con el Presidente fuera del país. La comitiva trató de ser cauta con el tema, asegura que este Gobierno no se mete con las decisiones judiciales pero al mismo tiempo trata el veredicto como al símbolo de una nueva era.

De todos modos, no disimulan que el tema los preocupa en términos electorales. Sus mayores dudas tienen que ver justamente con la posibilidad de que el peronismo explote sin un liderazgo claro ahora, o que resurja unificado. Milei quería ganarle con ella en carrera, y seguía representando para la Rosada la vieja política, a la que este Gobierno le pelea la batalla cultural.

El poder al interior del peronismo tiene un largo camino por delante para resolverse. En noviembre del 2023 el partido sufrió la más impactante crisis de su historia cuando perdió rotundamente la elección frente a un outsider de la política. De todos modos, nada cambió hacia adentro, todo siguió igual. No hubo una revolución en el espacio a pesar de esa derrota. La pregunta es si eso sucedió porque Cristina seguía en carrera.

La política es el arte de lo posible, y nunca hay que descartar nada. Menos aún en el peronismo. No hubo choque interno por el poder en el partido, no llegó a suceder. Ni siquiera en el peor momento con Kicillof. Cristina hoy no se corre porque es producto de la eclosión hacia adentro del partido. Se corre porque la corren. La Justicia. Y para siempre.

Una cosa es el kirchnerismo, y otra el resto del partido; una cosa es este momento, y otra el 2027.

Hoy el peronismo entero se encolumna tras la idea de la proscripción. Desde Kicillof quien aseguró que "este es el final anunciado tras años de persecución política, mediática y judicial", hasta el gobernador de La Rioja, Ricardo Quintela (quien intentó en su momento disputarle a Cristina el liderazgo del partido) que dijo que "eliminar al adversario político no es ni será nunca una forma legítima de construir un país".

En el mismo sentido se expresó el gobernador Sergio Ziliotto, de la Pampa; Gustavo Melella, de Tierra del Fuego, Raúl Jalil, de Catamarca; Osvaldo Jaldo, de Tucumán y lógicamente el propio Sergio Massa quien, aunque a principios del año 2019 prometía hacer todo para que la exjefa de Estado fuera presa, hoy, antes de que se conociera el fallo había pedido a la Corte con una carta de su partido, el Frente Renovador, que revisara la sentencia. 

Todos se encolumnaron en defensa de Cristina. También lo hicieron Alberto Fernández, el senador Wado de Pedro, y Mayra Mendoza. La verticalidad de la historia peronista no permite otra cosa.

El punto es que ahora el partido parece a priori acéfalo, huérfano. Hoy se ve ordenado luego del fallo de la Corte. El tiempo demostrará si para que un nuevo líder surja, la competencia interna entre los actores necesitará que el espacio se desordene aún mucho más. Y que, con Cristina presa, el espacio eclosione ya no por su líder condenada y con la posibilidad de su detención (algo que ya es un hecho), sino por su propia necesidad. 

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